Todo lo que vivenciamos tiene repercusión sobre nuestras relaciones con las demás personas. ¿Acaso no vivimos en grupos? Junto a nuestras parejas formamos el grupo más pequeño y con más contenido afectivo. Normalmente, con nuestra pareja es con quien compartimos más emociones y situaciones, casi todo ello de una forma más intensa que con ninguna otra persona.
Entonces, ¿cómo no va a repercutir todo eso en nuestra relación? Aquello que vivimos tanto fuera de la pareja como dentro, crea una red de hábitos y de afectos entre sus miembros que a veces resulta difícil de manejar. Dirigir nuestros esfuerzos a cuidar la convivencia es una tarea compleja que se ve salpicada de buenos y malos momentos.
Algunas de las situaciones que habitualmente llegan a consulta son:
- Dificultades para entablar una buena comunicación
- Dificultades para resolver problemas
- Dificultades sexuales (falta de deseo, eyaculación precoz, anorgasmia, vaginismo, etc.)
- Problemas de celos
- Pérdida de un hijo o de una hija
- Separaciones y divorcios con hijos de por medio
- Preparación ante el embarazo
En este tipo de intervención se puede trabajar con la pareja al completo o de forma individual si alguno de los miembros no quiere acudir a las sesiones o no puede por cualquier motivo.